lunes, 27 de abril de 2015

Instituto etnológico de la universidad del Cauca


Claustro de Santo Domingo, primera sede del Instituto etnológico de la universidad del Cauca, Popayán (foto Vargas).

Pareciera que en los últimos años se hubiera generado un vacío de tiempo histórico en la mayoría de las personas; los acelerados avances tecnológicos en los medios de comunicación han transformado el diario vivir en una permanente comunicación instantánea, desde cualquier lugar y a cualquier hora, a escala local y global. Esta revolución virtual ha producido cambios en el comportamiento cultural y relativizado las tradicionales percepciones del tiempo pasado, como una realidad que no hace falta para actuar en el presente o planificar un futuro inmediato. La trascendencia discursiva de la historia ha perdido el carácter que ayudaba a entender o justificaba el presente. Digo que pareciera, porque esta modernidad puede entenderse como un discurso, más visual que escrito, que se ha inventado la utopía del futuro que contrasta con la falacia de lo efímero, de lo intrascendente.

Como era de esperarse, en ciertos espacios académicos de las ciencias sociales o humanas se ha analizado esta situación de la modernidad, creando ambientes de escepticismo o de relativismo conceptual, en los que se considera que ya no tienen sentido un mapa de ruta y los debates o confrontaciones intelectuales, produciéndose una inercia, una horizontalidad de los pensamientos o un conformismo; se podría decir que el relativismo ha roto las fronteras entre las diversas áreas del conocimiento y la creación artística. Hemos llegado a posiciones en las que, al no existir un referente histórico, cronológico y teleológico, se puede pensar que todas las posiciones conceptuales conviven y son válidas, dependiendo su éxito, al final de cuentas, de un juego de intereses en los que priman los imaginarios de poder o prestigio académico creados, precisamente, en los medios de comunicación impresos o virtuales.

A manera de ejercicio intelectual, pienso que se vuelve atractivo recuperar a escala personal una memoria de los espacios profesionales que nos antecedieron, pensando en que no todo pasado fue mejor, pero tampoco peor. Es sentir la curiosidad del historiador que encuentra documentos antiguos en los que se descubren cosas que todavía tienen sentido en el presente, porque así como hay elementos culturales que perduran hay otros que se transforman; lo moderno puede tener contenidos que no son tan nuevos, al menos en su sentido propositivo.

En esta oportunidad he sentido la curiosidad por indagar documentos que conservo, escritos hace unas décadas por los que hoy consideramos pioneros de la investigación antropológica y arqueológica, en nuestro país. Al leerlos encuentro el gran esfuerzo que les tocó realizar, las dificultades superadas, los aportes científicos y preguntarme si todavía están vigentes los sentidos de realidad que crearon. Para no caer en generalidades y por ser menos conocida, he decidido publicar una mirada científica de un organismo oficial regional. Se trata de hacer un viaje de exploración al pasado, una breve reseña histórica del Instituto etnológico de la universidad del Cauca, algo que me motiva por haber trabajado en esta academia, en los inicios de mi carrera profesional (1975-1977), cuando me vinculé como profesor del recién fundado Departamento de antropología. Mis labores académicas, además de las clases, comprendía trabajar en el Archivo central del Cauca y recuperar las colecciones del antiguo instituto, que reposaban en el sótano del Museo Casa Mosquera y cuya existencia se había olvidado.


Héctor Llanos V., Guía museos de la casa Mosquera, Popayán (1976).

La década de los años cuarenta, podemos decir hoy en día, fue muy importante porque en ella por política gubernamental, se crearon organismos académicos y científicos, para formar los primeros antropólogos profesionales que se dedicarán a investigar las diversas realidades culturales arqueológicas y del presente. En el año 1941 se fundó el Instituto etnológico nacional y de manera inmediata, instituciones filiales en otras regiones colombianas, para generar, más o menos, una cobertura nacional, en ciudades como Medellín (1945), Santa Marta (1946), Popayán (1946) y Barranquilla (1947). No se trataba solamente de hacer investigaciones científicas, sino también, de divulgar en el país y a nivel internacional, la riqueza étnica colombiana y de su patrimonio arqueológico, por intermedio de museos, parques arqueológicos y publicaciones especializadas. Esta política nacional propuso conocer científicamente las culturas aborígenes americanas y africanas, las situaciones marginales y de pobreza en que se encontraban y los conflictos sociales, políticos y raciales a los que se habían visto abocados desde los tiempos de la llegada de los conquistadores españoles. También significó el proteccionismo, a través de leyes nacionales, del patrimonio arqueológico, que durante varios siglos había estado en manos de buscadores de tesoros y coleccionistas.


 Museo Casa Valencia, Popayán (foto Vargas).

Se escogió Popayán como sede del Instituto etnológico de la universidad del Cauca, por ser una ciudad con destacados rasgos culturales, coloniales y republicanos, que le otorgaban un prestigio histórico, y sobre todo, por ser una capital de la región andina en la que se mantienen resguardos de indígenas guambianos, paeces y yanaconas, con sus propias lenguas y costumbres. Hacia los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, el pequeño perímetro urbano de la ciudad conservaba su trazado histórico, establecido en tiempos de la colonia hispánica; lo más sobresaliente era su universidad y las antiguas casonas aristocráticas, iglesias y conventos, con valiosa arquitectura y tesoros de arte religioso. En ella habitaba una sociedad señorial en la que todavía gobernaban las familias descendientes de conquistadores españoles y próceres de la Independencia, que ostentaban marcadas diferencias ante los mestizos y los pueblos indígenas, que vivían en sus resguardos:

Púlpito de la iglesia de San Francisco, Popayán.

Breve historia[1]

La organización de un centro de investigaciones antropológicas adscrito a la Universidad del Cauca, se inició bajo la rectoría del dr. Antonio José Lemos Guzmán en el año de 1935 y se inauguró con trabajos encomendados al geólogo-ingeniero George Bürg, quien a comienzos del año de 1936, de acuerdo con la rectoría y la gobernación del departamento, organizó una expedición técnica para estudiar los monumentos arqueológicos mencionados primeramente por el general Carlos Cuervo Márquez, estudioso este que visitó a Tierradentro en el año de 1882 e informó sobre los extraños monumentos y grandes salas subterráneas.

Con la exploración sistemática de las tumbas conocidas y el descubrimiento de otras en el sitio de Segovia-San Andrés, municipio de Inzá, estas muestras admirables de arquitectura funeraria entran a formar parte del patrimonio científico del país. Posteriormente estas primeras investigaciones fueron ampliadas con la colaboración del profesor Gregorio Hernández de Alba, comisionado para ello por el Ministerio de educación nacional.

Fruto de las primeras exploraciones fueron traídas por Bürg algunas piezas de origen arqueológico de esa zona, entre ellas cabe mencionar dos cráneos deformados (uno de los cuales se exhibe en la sala de arqueología) y muestras de cerámica, elementos éstos con los cuales y por iniciativa del mismo investigador, se inició dentro del claustro universitario [antiguo convento de Santo Domingo] la formación de un museo arqueológico.

El museo como tal solamente vino a cristalizarse con la llegada a Popayán del etnólogo francés Henry Lehmann quien arribó al país en una misión de estudio encomendada a él por el Museo del hombre, de París, para investigar sobre las lenguas, costumbres, antropología y arqueología de los indios de Popayán, agrupados según este investigador bajo el nombre de “grupo Guambiano Kokonuco”. Lehmann fue contratado por la Universidad [del Cauca] en diciembre del año de 1942 para organizar el museo arqueológico y además para que realizara algunas investigaciones de su especialidad. Con la organización dada por el nuevo director, estas disciplinas se inician con un instituto científico de carácter permanente y dedicado a las ciencias del hombre.

Durante la dirección del museo arqueológico por el investigador Henry Lehmann las colecciones arqueológicas se enriquecieron con los materiales obtenidos por trabajos de campo realizados en las vecindades de la ciudad de Popayán, en la región de Corinto (colección Bennett-.Ford), Guachicono, etc. además de algunas estatuas de piedra de gran valor plástico y representativo pertenecientes al complejo cultural de San Agustín, halladas en la región de Moscopán, al este del departamento. Fueron adquiridas también estatuas de las regiones del Tambo y Tierradentro, estas, de factura más elemental. Fuera del material reunido por trabajos de exploración el museo se enriqueció con gran número de colecciones adquiridas por compra o donaciones. De esta procedencia cabe destacar las colecciones provenientes de Cuaspud (municipio de Potosí, Nariño) y Tumaco, que junto con las colecciones reunidas en Tierradentro por George Bürg, formaron un buen acopio de piezas que se exhibieron en salones acondicionados para ello y en la parte alta del tramo este del claustro de Santo Domingo.


Escultura de Moscopán, localizada antiguamente en el patio posterior del Museo Casa Mosquera (fotografía de Héctor Llanos V., 1975).

El 11 de febrero de 1946 y por acuerdo número 128 del Consejo directivo de la universidad bajo la rectoría del dr. Luis Carlos Zambrano y sobre la organización base que dejara Lehmann, fue fundado el Instituto etnológico de la universidad del Cauca como entidad filial del ese entonces Instituto etnológico nacional; por el mismo acuerdo también se fundó el museo de arte colonial e historia. La dirección del instituto lo mismo que la del museo de arte colonial e historia fue encomendada al conocido investigador colombiano profesor Gregorio Hernández de Alba, que con un nuevo plan dio una nueva organización a este centro científico.



Arqueólogos Luis Duque Gómez y Gregorio Hernández de Alba (1949)

La actividad cultural alrededor del instituto se inició, con un ciclo de conferencias sobre diversos temas antropológicos que constituyeron el campo preparatorio para la actividad docente, iniciada en octubre de 1946, abriendo con las demás dependencias universitarias sus puertas al estudiantado. Para esta nueva etapa se elaboró un plan de estudios antropológicos con la mira a preparar especialistas. Al lado de las dependencias administrativas y del museo arqueológico, como complemento de la enseñanza fue inaugurada una biblioteca especializada la cual se viene acrecentando día por día desde esta fructífera iniciación.

El instituto ha sido organizado con la colaboración económica de personal docente, tanto del Instituto etnológico nacional como de la Smithsonian Institution de los Estados Unidos. Bajo la dirección del profesor Hernández de Alba, los museos acrecentaron el número de colecciones arqueológicas y se inició también la recolección de material etnográfico. Todas estas dependencias fueron localizadas en el costado oeste del patio principal del claustro de Santo Domingo.

Entre las colecciones arqueológicas casi obtenidas en su mayoría por donación y compra cabe destacarse las relacionadas a la cultura Tumaco compradas al sr. Max Seidel del puerto de Tumaco, que reúne más de 600 piezas, constituyendo una de las colecciones más selecta y rica en elementos de cultura en Colombia. También se adquirieron numerosas piezas del Quindío, del Valle del Cauca y de procedencia extranjera pertenecientes a las culturas de Tancahuán, Ecuador; Chiriquí, Panamá; y Maya de Honduras.

Entre las colecciones etnográficas cabe destacarse materiales pertenecientes a los grupos indígenas Chocó del río Saija, departamento del Cauca y Noanamá depto. del Chocó, Guambía depto. del Cauca y Kofán de la región del Putumayo.


Niñas guambianas (foto Vargas, Popayán).

Los trabajos de investigación se radicaron preferentemente y en el terreno antropológico social, en la parcialidad de Guambía donde se realizaron encuestas etnográficas y lingüísticas. Perteneciente a este grupo indígena fue educado por el instituto durante tres años, el indígena Francisco Tumiñá Pillimué quien a partir del año de 1949 hasta los momentos actuales viene ocupando el cargo de director de la escuela rural de Pueblito, Guambía. Desde entonces ha sido progresivo el éxito registrado por la labor docente de este colombiano entre sus compañeros indios.




Portada y página del libro Nuestra Gente - Namuy Misag, con textos de Gregorio Hernández de Alba y dibujos de Francisco Tumiña Pillimue (segunda edición, Popayán, 1965).

Por delegación del Instituto etnológico nacional, el Instituto de la universidad del Cauca administró el parque arqueológico de Tierradentro localizado en San Andrés (Inzá), donde se cumplieron importantes trabajos de investigación como continuación de los iniciados por el profesor Hernández de Alba, en el año de 1936, construcción y preservación de las ruinas prehispánicas que allí se exhiben. Como fruto de divulgación fueron dadas al público algunos trabajos de carácter antropológico en la Revista de la universidad del Cauca.

La meritoria labor del profesor Hernández de Alba se prolongó hasta fines del año de 1950. De esta fecha en adelante hasta mediados del año de 1955 las funciones del instituto quedan en receso y solamente y en plan esporádico sus museos son abiertos al público.

Nueva etapa del Instituto etnológico

El 16 de julio de 1954 asumimos la dirección del Instituto etnológico de la universidad del Cauca bajo la rectoría del dr. Reinaldo Muñoz Zambrano. Inmediatamente y por conferencias sostenidas con las directivas de la universidad, de común acuerdo, se establecieron pautas de trabajo a seguir dentro de la nueva organización del mencionado instituto.



Arqueólogo Julio Cesar Cubillos Chaparro (fotografía de Héctor Llanos V., 1975).

Del público en general, era conocida la labor docente que ejerció el instituto en su anterior época. Para esta nueva, se consideró que esa labor era imposible de mantener primero, por incapacidad económica de la universidad y 2° por carencia de profesores especializados que pudieran garantizar un pensum de enseñanza tan completo como lo exigen las nuevas tendencias de la ciencia antropológica. El instituto desde este momento ha venido funcionando como un centro de carácter estrictamente investigativo, y con la ayuda económica de la Universidad del Cauca y del Instituto colombiano de antropología [anterior Instituto etnológico nacional].

Los museos que estaban instalados dentro del claustro de Santo Domingo con funciones limitadas por falta de dirección y de personal encargado, fueron trasladados a la Casa Mosquera lo mismo que la biblioteca y enseres que pertenecían al antiguo instituto. En esta casa, y en la parte anterior, se dio cabida a lo que hoy constituye las dependencias de este centro de investigación.

El Instituto etnológico actualmente funciona con las siguientes dependencias:

- Una oficina donde funciona la dirección, secretaría, biblioteca y equipo de dibujo.

- Dos salas de exposición: una para etnografía donde se exponen al público productos de la cultura material de algunas tribus indígenas que habitan o no en el territorio nacional, y otra de arqueología donde se exhiben muestras de culturas prehispánicas de diferentes lugares del país.

Un laboratorio archivo dedicado exclusivamente a investigaciones de carácter arqueológico y aledaño a este un salón sótano que provisionalmente se ha adaptado para laboratorio fotográfico.

- Un taller de reparación de piezas antropológicas y un patio [posterior] para exhibición de estatuas originales de piedra procedentes del dpto. del Cauca. Los corredores han sido utilizados también como lugares de exposición de elementos de cultura.

Material antropológico

Al encargarnos de la dirección del instituto el número de piezas arqueológicas sumó un total de 2.540 y el de piezas etnográficas 147, todas ellas pacientemente acopiadas por los antiguos directores y aumentadas últimamente, en su renglón arqueológico, por piezas obtenidas en trabajos de investigación realizados por nosotros en los alrededores de Popayán, además, de algunas donaciones de cerámica de distintos sitios del depto. De todo este material alguno se expone en las dos salas museos y los otros reposan en el archivo de los sótanos de la Casa Mosquera. Cada una de las piezas ha sido estrictamente reclasificada según las modernas técnicas recomendadas, numeradas, descritas e inventariadas en libros especiales para ello. Dentro de las piezas arqueológicas encontramos representados los siguientes complejos culturales: Popayán, Guachicono, Patía, Corinto, el Tambo, Moscopán, altiplano Nariñense, Cuaspud, Tumaco, Calima, Tierradentro, Quimbaya, Buga, Tuluá, Toro. Además se cuenta con una pequeña colección internacional procedente de las culturas Tancahuán, Chiriquí y Maya de Honduras. La colección etnográfica continua exactamente lo mismo como la describimos al referirnos a la organización dada por el profesor Hernández de Alba.

Museos

Teniendo en cuenta que los museos constituyen verdaderos templos de la cultura y esparcimiento espiritual, que a través de ellos y de manera objetiva puede brindarse educación a nuestro pueblo, el trabajo de adaptación, se redujo a aprovechar los salones más indicados y unas vitrinas existentes, para presentar en público un material de cultura, que aparte de constituir una suma de objetos curiosos, despertara la atención del espectador. La decoración de los muros con dibujos esquemáticos explicativos, los dioramas de cortes de tumbas empotrados en las paredes, el contraste de colores, las leyendas claras y dentro de la verdad científica, la sugestiva colocación de los objetos sin provocar el cansancio por cantidad, la luz adecuada, y los mapas explicativos fueron los principales medios de que nos valimos para el montaje de estos museos. En el patio interior y corredores se exhiben estatuas de piedra originales, así como copias principalmente del complejo agustiniano; todas ellas han sido colocadas sobre bases proyectadas para tal efecto y en concordancia con ornamentación en jardinería, con el ánimo de provocar un ajuste estético del conjunto.



Diorama de un hipogeo de Tierradentro hecho en un muro del antiguo museo arqueológico, del Instituto etnológico, Casa Mosquera, Popayán (fotografías de Héctor Llanos V., 1975).

Biblioteca

La biblioteca antropológica con que cuenta el instituto es por su carácter una de las pocas que funcionan en el país. La casi totalidad de los volúmenes fue adquirida por los anteriores directores y en los últimos años reposaba en calidad de depósito en la Biblioteca central de la universidad. Hoy funciona adscrita al instituto y el número de volúmenes de libros y revistas al iniciarse esta nueva etapa sumó un total aproximado de 1.200. Hoy en día esta biblioteca se ha enriquecido con el canje con instituciones similares del interior y del exterior del país. Actualmente el Instituto etnológico cuenta con el intercambio internacional de 150 centros dedicados a las investigaciones antropológicas. Para justificar y devolver el canje internacional como también para la conservación del prestigio de esta sección de la universidad, el Instituto acaba de publicar el primer número del Boletín antropológico órgano que está dando cabida a los trabajos de investigación que adelanté.

Trabajos de investigación arqueológica

De acuerdo con nuestro proyecto al asumir la dirección del instituto hemos realizado trabajos de investigación arqueológica en el terreno, siguiendo métodos de estratigrafía cultural dentro del valle de Pubén. Entre los meses de agosto y septiembre del año de 1956 llevamos a cabo trabajos de investigación en la finca “Pubenza”, al s.e. de la ciudad de Popayán y en propiedad del Sr. Guillermo Mosquera.

Los trabajos produjeron una cantidad suficiente de fragmentos de cerámica y otros elementos de cultura que permitieron estudiar y concluir algunas características tipológicas de la cerámica prehispánica, de esta zona de la ciudad de Popayán. Debemos anotar, que este ha sido uno de los primeros trabajos de tipo estratigráfico que se han emprendido en la zona andina del sur de Colombia. Con el nombre de PUBENZA, ARQUEOLOGÍA DE POPAYÁN, CAUCA COLOMBIA S. A. este trabajo corre publicado en el Boletín antropológico N° 1 correspondiente a enero de 1958. A raíz del descubrimiento de un centro ceremonial prehispánico en el Morro de Tulcán de la ciudad de Popayán, el instituto planeó una temporada de trabajo y exploración sistemática, la cual se llevó a cabo durante un lapso de tres meses a partir del 15 de julio de 1957. Durante esta primera temporada se recogió gran cantidad de material de cultura el que se está elaborando con miras a publicar un estudio inicial en el próximo número del Boletín antropológico.




Morro de Tulcán, Popayán (fotografía de Julio Cesar Cubillos Ch., 1957).





Excavaciones del centro ceremonial prehispánico, Morro de Tulcán, Popayán (fotografías de Julio Cesar Cubillos Ch., 1957).

Como quiera que estos trabajos arqueológicos por su importancia para la historia prehispánica de Colombia, es indudable [que] tendrán que verificarse otras temporadas de investigación, la segunda de las cuales la acometerá el instituto el próximo verano de este año.

Con el escrito anterior hemos querido presentar una breve historia del Instituto etnológico de la universidad del Cauca, que entre otras cosas, hacía falta. Es natural que a muchas de las meritorias tareas del pasado y el presente no les hayamos dado cabida ya que nuestra intención estuvo lejos de la “rigurosidad histórica”.



Objetos de una tumba guaqueada, Mosoco, Cauca (1945).





[1] Esta breve historia fue escrita por el arqueólogo Julio Cesar Cubillos Chaparro, en el año 1958 (según se deduce del texto), cuando se desempeñaba como director del Instituto etnológico de la universidad del Cauca (1954-1959). Este centro de investigaciones fue establecido en 1946, o sea, que en el 2016 estaríamos conmemorando los 70 años de su fundación. He transcrito el texto original (inédito) respetando su escritura original; solamente con algunas pequeñas adecuaciones y aclaraciones que he insertado entre […]. 

3 comentarios:

  1. Muy interesante el documento, podría decirme el lugar donde aparece ese texto, estoy trabajando sobre la Historia de la Antropología en La Universidad del Cauca y me interesaría saber si posee más material... muchas gracias

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  2. Gracias por su comentario. Como se aclara en el artículo, la reseña histórica del Instituto Etnológico de la Universidad del Cauca fue escrita por Julio César Cubillos; este documento hace parte del archivo de dicho instituto, que estamos investigando para ser publicado el próximo año.

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  3. Donde puedo consultar el archivo del instituto etnológico ?

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Gracias por sus comentarios